Reúne los ingredientes: Para comenzar, asegúrate de tener todos los ingredientes a mano. Necesitarás 1 taza de leche, 1/2 taza de crema de leche, 1/2 taza de queso chicloso (puedes elegir el tipo de queso que prefieras, como cheddar, mozzarella o gouda), 1 cucharada de harina de trigo, sal, pimienta y nuez moscada.
Prepara la base de la salsa: En una cacerola mediana a fuego medio, vierte la leche y la crema de leche. Caliéntalas hasta que comiencen a calentarse, pero evita que hiervan. Remueve ocasionalmente para evitar que se peguen en el fondo de la cacerola.
Espesar la salsa: Agrega la cucharada de harina de trigo a la mezcla de leche y crema de leche. Revuelve constantemente para asegurarte de que la harina se disuelva por completo y no forme grumos. Continúa cocinando la mezcla durante unos minutos hasta que espese ligeramente.
Añade el queso: Agrega el queso chicloso rallado a la cacerola. Revuelve suavemente hasta que el queso se derrita por completo y se mezcle con la base de la salsa. La consistencia debe volverse suave y cremosa.
Saboriza la salsa: Añade sal, pimienta y una pizca de nuez moscada rallada a la salsa. Estas especias resaltarán los sabores del queso y agregarán un toque de calidez y profundidad a la salsa. Ajusta las cantidades según tu gusto personal.
Cocina a fuego lento: Reduce el fuego a bajo y cocina la salsa durante unos minutos adicionales, revolviendo de vez en cuando para asegurarte de que no se pegue al fondo de la cacerola. Esto permitirá que los sabores se mezclen y que la salsa alcance la consistencia deseada.
Prueba y ajusta: Prueba la salsa y ajusta los condimentos según tu preferencia. Si deseas una salsa más espesa, puedes agregar más queso rallado o una pequeña cantidad de harina disuelta en agua fría y cocinarla por unos minutos adicionales.Una vez que la salsa de queso haya alcanzado la consistencia y sabor deseados, retírala del fuego y está lista para ser servida. Puedes disfrutarla de inmediato o mantenerla caliente a fuego lento hasta que estés listo para usarla.